lunes, 1 de octubre de 2007

Entre la noche veo el mar

Entre la noche veo el mar
escapar de tu boca,
y pienso que así,
todo se vuelve relativo
de repente,
ese punto de sol ya muerto
y de blancura llena del sabor

:
manso de la adolescencia
en esa relativa
forma de repetición.
La manera en que el tiempo
no se guarda
ni en el sol
ni en la luna madre.

Así, todo de repente es relativo.
Decirte que eres de donde
la montaña no conoce el hielo,
decirte raso y decirte amapola
vaporosa y terciada,
y no narrarte con un ramo
de palabras en abanico.

Decirte que zarpan los navíos
hacia tu ausencia
y yo me quedo justificando
la relatividad con que te amo,
pensando en que cuando te miro
veo el mar escapar de tu boca,
que el sol muere y ciñe un par de lunas.

Sí, amor, todo es relativo,
la forma necesaria de tus simetrías,
como entro en ellas
y soy nada sin ese relativo valor,
como enfermizos mis labios
en una lucha abstracta
que pierdo mucho antes de saberse.

Yo te digo amor y tú no miras,
tú me dices ven y yo marcho
¡pero qué belleza desordenada!
así vamos, en el alma
y la contradicción,
en cristal y en puñales
con relatividad en los rostros.

De una forma u otra
en relativas disposiciones acepta,
acepta y quédate,
ama u odia conmigo
y que el destino viva
entre la casa y la ría;
amor, todo es relativo hoy.

¿Acaso no es relativo,
mujer de curvas como un otoño,
medirnos con el rasero
que da tamaño a las mareas
y en todo cuanto nos decimos
no llegar al abrazo?
Todo es relativo, amor.
.
..samudras..

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