No desprecies el viento
que despliega el verano
y golpeando en tu rostro
ya no quiere abandonarte.
Déjame a mí el silencio.
Déjame la grave soledad
y que nunca hacia ti
la piedra y la sequía acudan
de manera que no tiemble
el bloque de tu sombra.
Déjame a mí el silencio.
Quiero el silencio ahora
que asciendo hacia ti
y por ti desciendo
en un maravilloso
juego de rosa y lirio,
hojas y ruídos de niebla.
Déjame a mí el silencio
que atora este lenguaje
necesario en mi garganta,
que hable lo que escribo
y que los acentos griten.
Déjame la voz mutilada
de este ansia en la boca.
Amiga más que mujer
y más que mujer palabra,
amiga, mujer y palabra
que clamo muy en silencio.
Luis
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario